Creo que sólo se conoce de verdad a una persona cuando se convive con ella. Su espíritu y energía se manifiestan mucho más en la forma de moverse por el espacio y relacionarse con los objetos, que en lo que pueda decir o pensar a lo largo de toda su vida.
Patri, Cris y yo compartimos piso hace ya 17 años. Durante ese tiempo fuimos casi hermanas y desde entonces siempre nos hemos visto en eventos, alejadas de la comodidad que permite una casa para soltarse y ser como una realmente es. Este fin de semana, nos hemos reencontrado en la tierra de Patri, en Lanzarote. Vuelvo de allí orgullosa de ellas, de todo lo que son.
En estas líneas me centraré en Patri y en su casa, porque hoy cumple 40 y porque tengo ganas de escribir un post sobre cómo empapar de nuestro espíritu nuestros hogares, pero sin duda, sobre la brillante Cris también podría escribir otro y seguramente lo haré en un futuro.
Cuando llegas a un espacio, lo observas, lo comprendes y te das cuenta de que favorece el desarrollo de un modo de vivir muy particular, que conoces a la perfección y del que años atrás aprendiste mucho, ocurre algo mágico. Muy emocionante: descubres la materialización de una esencia, de un alma en un espacio. Un espacio que te envuelve y te abraza como esa persona lo haría.
Cuando vivíamos juntas Patri era una soñadora estudiante de arquitectura. Natural, transparente, comunicativa, creativa, libre, relajada y eficiente, ordenada en su particular caos, hogareña, práctica, luminosa, enérgica, disruptiva, amante del buen hacer constructivo, de lo vernáculo, preocupada por cómo nos relacionamos con este planeta nuestro, gran cocinera y, sobre todo, muy muy "madraza" con nosotras. Su forma de vivir distaba bastante de lo que yo estaba acostumbrada a ver por aquel entonces, con decir que ella no necesitaba espacios privados, creo que lo resumo todo.
El hogar que ha creado en Teguise, donde actualmente vive con su familia, es un reflejo de cada una de sus cualidades. Ha rehabilitado una villa que conserva su distribución original, nada habitual actualmente, pero quien conoce bien a Patri sabe que la ha hecho encajar como anillo al dedo con su modo de vivir.
Creo que, en resumen, a nivel funcional se trata de una secuencia de espacios de relación y transición (cubiertos o no) entrelazados, a los que como si fueran apéndices, se le van acoplando espacios privados que nunca llegan a serlo del todo. En el centro, como no, una gran cocina, en la que Patri cuida y comparte con todo el que pasa.
El deslumbrante sol de Lanzarote es un material más de construcción que se refleja e impregna su energía en el estuco de cal de cada una de sus paredes, en las que Patri ha estado investigando diferentes revestimientos continuos sostenibles.
En lugar de un jardín, una huerta rodeada de piedra volcánica. Nada es ni está como sería o estaría de forma preconcebida: dormitorios a la entrada, salón y despacho de paso, baños semiprivados y una cocina que lo articula todo. Así es ella y así, es su casa. Todo es como ella lo usaría. Detalles por todos lados, pero sin complicaciones.
Patri tiene mucha suerte, no todos disponemos de tantos metros cuadrados ni de tanta libertad para ordenar a nuestro aire. Es un caso muy particular, dispone de medios, es arquitecta, ha pensado mucho al respecto y tiene una forma de vida que no encaja para nada en un piso de promoción inmobiliaria decorado con muebles de Ikea. Pero todos, en mayor o menor medida, podemos aprender de ella a hacer propios nuestros entornos.
No creo que todas las almas necesiten desplegarse sobre espacios así de amplios. Aquí hay una que escribe feliz desde su minúscula casa de 50 m2 a la que regresó después de 4 mudanzas porque en ninguna de sus casas intermedias más amplias y "normales" se sentía cómoda. Y no es porque yo me pierda en espacios más grandes precisamente, seguramente viviríamos mejor en una casa de madera autoconstruida a las afueras de una gran ciudad, sino porque esta pequeña casita es la única que hemos conseguido hacer nuestra.
Creo que la cuestión pasa por plantearnos cómo nos gustaría vivir. Cómo lo haría yo. No cómo se supone que debe ser, ni cómo estará cómoda menganita cuando venga a verme. No. ¡Paremos! Observemos qué nos gusta, cómo nos movemos, cómo nos relacionamos entre los que convivimos, cuáles son nuestros hábitos y rutinas, de qué objetos nos gusta rodearnos y de qué medios disponemos para conseguir crear un entorno a nuestra medida.
En esta época de espacios pequeños y casas de alquiler, para los que no disponemos de tantos recursos y para los que no saben bien por dónde empezar, los objetos que nos rodean son nuestros grandes aliados: muebles que pueden dividir ambientes o crear rincones para nuestros rituales diarios, que pueden hacer versátil un espacio y darle una doble utilidad, objetos que son recuerdos de alguna vivencia o que apoyan causas en las que creemos... En definitiva, cosas que están a nuestro alcance si decidimos elegirlas, que nos gustaría cuidar y mimar, que nos hacen sentir cómodos. Que nos hacen salir de ese habitar en modo automático.
Eso es lo que a nosotros nos ha funcionado. Conocernos, decidir vivir como somos, dándole lugar a lo que nos gusta sentir y hacer.
Elijamos y prioricemos para no pasar de puntillas sobre nuestros hogares.
¡Felices 40 querida Patri!
2 comentarios
Cuando conocimiento , cariño y criterio se alían, salen textos así de impecables, ilustrativos y hasta diría que conmovedores.
Me encanta!
Cuando conocimiento , cariño y criterio se alían, salen textos así de impecables, ilustrativos y hasta diría que conmovedores.
Me encanta!
Deja un comentario