No todos nos expresamos de la misma forma. Hay quien habla por los codos y en cambio es incapaz de juntar dos palabras escritas. A muchos de los que escriben, jamás se les ocurre usar el lápiz para dibujar y habrá quien prefiera bailar o cantar a hacer todo lo anterior.
Este post está relacionado con la serie de bisutería Villa Rosario, pero no pretende mostrar la colección, sino contar cosas que he experimentado al desarrollarla.
No coincidí con mi abuelo, él se fue demasiado pronto y yo llegué demasiado tarde. Dicen que era una buena persona, avanzado para su época, trabajador incansable, emprendedor, amante del arte y la arquitectura...hizo mucho por la Málaga de su época.
Tengo la suerte de que su mejor forma de expresarse era a través de su obra y ésta, si ha estado conmigo siempre.
Lo conocí de pequeña a través de las casas de mis tías, todas diseñadas y construidas por él. Esas casas tienen una magia especial que reconocí en cuanto vi Villa Rosario.
Cuando no has alcanzado el metro de altura y llegas a esos espacios, descubres enseguida esa magia porque tu mirada está mucho más cerca del suelo, de esas fantasías de colores y geometrías que él componía con azulejos hidráulicos.
Son casas enormes, pero siendo pequeña, allí siempre te sentías arropada, porque son un submundo de detalles. Detalles que no ves en otros sitios y que sólo han podido ser creados por alguien con una sensibilidad, capacidad de observación, conocimiento del material y amor al trabajo bien hecho muy especial. Todo tiene un por qué y está definido hasta tal punto que cabe en una mano.
Con el tiempo fui descubriendo esa observación detallista en muchos miembros de mi familia: arquitectos, bordadoras, pintores y amas de casa que preparan ensaladas dignas de ser expuestas.
Recuperar viejos planos de solerías que mucho antes había visto construidas y tratar de dar volumen a los azulejos de Villa Rosario a través de esta serie de bisutería, me ha hecho afinar la mirada hasta volver a situarme a 40 centímetros del suelo: reconocer todas esas geometrías, sutilezas cromáticas y siluetas que son huellas culturales; valorar las pequeñas irregularidades que no son imperfecciones, sino pruebas del trabajo artesanal, de la constancia y el buen hacer, me han conectado con ese imaginario que tanto valoro.
Valoro todo el trabajo, las ganas y el cariño que llevan detrás, valoro la policromía, el grano y la textura de cada pieza, esas formas casi geométricas pero imperfectas.
Todo esto me conecta con lo que hago y por qué lo hago. No hago artesanía sólo por la Artesanía, sino también por el Diseño.
Porque me apasiona ese saber hacer artesanal y esa observación detallada del presente que tanto me conecta con mis raíces y porque creo que todo ello aporta valor, singularidad e identidad al Diseño.
¿Hay una cuestión de "Made in Spain", de proponer otra manera de hacer las cosas que poco tengan que ver con el fast fashion? Sí, desde luego, pero hablar sólo de eso es quedarse corto.
Hay mucho más de trasfondo: preservar el oficio de artesano y la profesión de diseñador, crear piezas especiales para quien las usa con las que poder identificarse, ampliar el zoom, mirar despacio y deleitarse con cómo están pensadas las cosas. Éstos, son los motivos por los que espero poder seguir diseñando nuevas piezas a base de pensar detalles que quepan en una mano.
2 comentarios
Leer estas declaraciones de amor al trabajo que realizas desde Taller Piccolo es parecido a abrir una ventana que diera a un bosque: una auténtica bocanada de aire fresco en que nada estorba y todo sigue una línea natural y necesaria. Bravo, otra vez, por esta nueva colección y por las palabras con que las arropas.
Hola! Hermoso post! Me encanta como transmites la esencia y huella que te dejo tu abuelo. Enhorabuena por esta preciosa y especial colección 🎉💕
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